La problemática de los deberes escolares está alcanzando proporciones insospechadas, hasta el punto de realizar huelgas en contra de los mismos. Sin embargo, desde mi enfoque como docente, el problema no es tan simple, y no se debe reducir a DEBERES SI, DEBERES NO.
Hablemos primero del sistema educativo, anquilosado en las mismas metodologías y propuestas que hace 40 años. En una de las charlas más vista de la historia en la plataforma TED, Ken Robinson lo explica con claridad. El mundo evoluciona, y así lo ha de hacer el sistema educativo. Las necesidades de un alumno de hoy, no son las mismas que tuvimos nosotros. Así que, eso de recurrir a nuestros viejos recuerdos sobre cómo funcionábamos en las escuelas y compararlo con cómo se funciona ahora (¡si cuando estudiaba yo, éramos 40 en la clase!), no es lo más adecuado. Actualmente, el alumnado necesita:
- Pizarras digitales, sin excepción.
- Una tablet por alumno en el aula.
- Ratios más reducidos y atención adecuada a los alumnos con necesidades.
- Contenidos más actualizados con temáticas de aplicación práctica. Sin EMOCIÓN, no hay aprendizaje.
- Reparto más equilibrado de la áreas del currículo. Música, Arte, E.Física, deberían de cobrar más protagonismo, de lo contrario acabaremos con la originalidad y creatividad del alumnado.
- Las áreas de Matemáticas o Lenguas son importantes, pero es cuestionable que la solución sea más horas haciendo lo mismo, y no un replanteamiento de los contenidos de las mismas y una aplicación de metodologías competenciales (lo digital ayuda).
- Quitarles del punto de mira. Los exámenes NO contribuyen al aprendizaje. La excesiva presión por las pruebas de nivel, estandarizadas y basadas en la cuantificación de datos para comparar escuelas en toda Europa, es absurda.
- Valorar los procesos más que los resultados. Aprender a indagar, ser perseverantes, investigar, crear, ser originales, etc. Estas habilidades y competencias serán las que necesitarán cuando salgan de la escuela (los trabajos que tendrán, a día de hoy, no existen).
- Padres que colaboren en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Cualquier comentario o suspicacia en contra del docente, pronunciada por los padres, es inmediatamente absorbida por los hijos. Lo cuál le quita toda la autoridad y respeto del alumno hacia su profesor. Los padres deben de involucrarse en el proceso de manera constructiva, y participando en las actividades de los centros (muchos ya lo hacen).
Una vez que se produzcan avances en todo lo anterior, llegará el momento de plantearse el tema de los DEBERES ESCOLARES. A priori debería de ser fácil:
- Coordinación de los docentes de las distintas áreas (mediante aplicación digital). Para que la carga sea medida y proporcionada. Siempre debe de quedar tiempo para actividades de ocio extraescolar. No se puede olvidar que todos los jóvenes deben realizar 60’ de actividad física diaria para estar saludables.
- Tareas para casa que empleen las nuevas tecnologías. No es lo mismo mandar de tarea 5 ejercicios de matemáticas en la libreta, que jugar a juegos matemáticos en una aplicación web. También se debe propiciar la investigación.
- No debemos olvidar los límites arquitectónicos de una escuela (30 alumnos en 4 paredes). Se aprende mediante aprendizaje práctico, aplicando los contenidos. Es por ello que, tareas como realizar una encuesta a mis familiares, ver la etiquetas de los productos alimenticios de casa, salir a pasear y observar los tipos de árboles de mi zona, etc; no deberían de ser restringidas.
- La lectura, sea en formato papel o en ebook, es importante. No se puede perder el hábito lector, y dentro del horario escolar, el tiempo de lectura es limitado. Sin embargo, es recomendable que las lecturas que realicen sean voluntarias y de su agrado, no impuestas.
Por tanto, replantearse los deberes, nos lleva a replantear el sistema educativo. Regular los deberes sin actualizar el sistema educativo, parece ser solo un parche, que no aliviará las necesidades del alumno del siglo XXI.